De alguna manera tendré que empezar de nuevo

Me muero de ganas de decirte «Te quiero». Y sé que es imposible. No puedo, no debo… Es momento de ir yéndose poco a poco. El tiempo de las cerezas nunca llega en noviembre.

Pero sí te diré algo así como, de acuerdo, estoy aquí a tu lado para que no tengas miedo. Que yo también comparto los mismos miedos, también busco una cinta para atar el tiempo.


No me apetece escribir, hay otras formas de huir y sentir cómo soplan los vientos de desguace. Pero qué raro placer el que invade estos instantes de sentencias importantes.
¿Me escucharás, me buscarás, cuando me pierda y no señale el norte la estrella polar?

A veces me canso de mí y de no tener valor para buscarte y cometer todo delito que este amor exija.  A día de hoy podría decir que perdí los tesoros de los mapas. ¡Qué no daría yo por tener tu mirada, por ser, como siempre, los dos, mientras todo cambia!

REGRESAR

Regresar es una ley para los viajeros. Extender las alas por el mundo, ver con los propios ojos lo que sólo pudo imaginarse, pisar de prisa el mismo suelo que atravesaron los siglos tan despacio. Y regresar.

Llenar el espíritu con una gota de aventura y avanzar hacia el asombro y la lejanía de mundos diferentes, que también están en este. Conocer otros paisajes es necesario para aprender a reconocer los cotidianos y darles su valor preciso cuando se regrese.

Poner en duda lo indudable de las rutinas y convencerse de que la vida es una, y que no depende del escenario. Sentirse extraño siendo uno mismo cuando no se ven más rostros familiares que los que devuelve el espejo del inhóspito cuarto de un hotel al que, quién podía imaginarlo siquiera, uno vuelve por las noches confundiéndolo con un hogar.

Y después regresar. Regresar para no contar a los amigos más que lo imprescindible y descubrir, de nuevo, que no hacía falta irse para saber que son lo único que echaríamos de menos. Para caer en la cuenta, una vez más, que nos ha sobrado todo lo que no cupo en la maleta; para ser conscientes de que todo lo importante, corazón y pensamiento, siempre, siempre, hay que llevarlo puesto.

Querer regresar es la primera ley de los viajeros. Y si yo la incumpliera me tendría que responder, en el juicio inapelable del espejo, de qué demonios estoy huyendo… o de quién.

El caso es que he vuelto, con mis ojos de arena perdidos en un sueño mágico. Pero en él encuentro que, del mar, ya sólo me queda, tal vez, un silencioso estado de ánimo.

Un comentario en “De alguna manera tendré que empezar de nuevo

Responder a Rosa Ruiz Garcia Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *