Viaje

Viajar deshaciendo los nudos es hacer garabatos
en un aire lleno de humo y ventiscas,
desterrar la transparencia de las ventanas
con el ritmo de la lluvia en el desierto,
aliñar la conciencia con vinagre,
caminar sin moverte de tí mismo.

Viajar desmembrando las telarañas de la memoria
significa sufrir los mosquitos
de un viejo pantano de rodillas inmersas
en otro fango más espeso; o arder
en llamas antiguas con los soplos
de un aire nuevo, arrugarse
frente al paso de los días
y rogarle al color de las pastillas
que traigan un sueño.

Pero después, cuando la madeja se deje
atravesar por la luz, cuando el guiño
se convierte en meta y la memoria
barra los mosquitos de la piel intacta,
cuando las cenizas curen las rodillas
y el aire estire las noches templadas
como luz que se derrama de una farola,
podremos tirar las pastillas al pantano
y serán los otros mundos invisibles
los que viajen partiendo de mí
hacia tu trayectoria.

PUNTO DE PARTIDA
Tú vienes de otra parte, yo vivo en otra época,
y ahora estamos en tierras que, al ser tierras de nadie,
nos sugieren espacio y aventuras, regreso.

Tú quisieras quedarte, yo pensaba emigrar,
pero sólo miraba los horarios o el rumbo
de los barcos que nunca fondearon aquí.

Me sentaré a tu lado, me dormiré contigo,
pues quedarse contigo es marcharse muy lejos:
tu mirada me aparta de este clima cerrado,
tus palabras me dicen aquello que no dije.

(José Carlos Rosales, Poemas a Milena, 2010)

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