Sexo por compasión

Tu exceso de bondad es un acto de soberbia, no eres diferente de los otros. Tu abnegación es un egoismo depurado, tu preocupación está hecha de miedo al abandono.

Si soy virgen a mis cuarenta años, es porque no conozco más generosidad que la del suicidio. Y si la inválida anda, y si la muda habla, no es por tu bondad, sino por su propia desesperación.

¿Acaso el que se te acerca enarbolando su desgracia, lo hace por bondad? Y si el mundo deja de ser un desierto y todo se llena de color y los muertos florecen, ¿piensas que es por amor al arte o por el arte del amor, que consiste en un egoismo satisfecho?

Algunas veces crees que te quieren por lo que y como eres, pero tarde o temprano se descubre la mentira. Que no es por la lluvia que guardas en ti, ni por los silencios que le das. Que tienen que llegar los celos incorrectos y las putas al abordaje, para que lo que se veía blanco, avance gris hacia el negro.

Si eres feliz no preguntes. ¿Hablamos de amor y de clientela? Pero si no se negocia con el corazón, si los sentimientos no se compran ni se venden, ¿cobrar por bondad es una chulería?

Ellas hablan del cambio y de donde habrá aprendido, ellos se preguntan por el marido de Lolita y su paciencia. Siempre se entiende posesión cuando alguien dice amor, siempre se entiende egoismo cuando se dice bondad.

¡Dios, que no le perdone! Si ella es buena, te sientes malo. Pero si es puta, entonces te sientes peor. Y todo es por bondad. ¿O nos has engañado haciéndonos creer que nos ayudabas?

Cuando la vida se mira en blanco y negro, todo está más triste, más lúgubre, porque ningún color existe salvo el gris. Y las mujeres toman las riendas y el sexo por compasión se extiende para entenderse, porque eso no es un hombre, es un animal.

¿Quién soy yo para juzgar? Todo sucede por juicios erróneos. La justicia condena los hechos, pero actuamos movidos por una intención que no se puede saber. ¿Los celos, en el amor, son pecado? Muy grave, pero aún más grave es el pecado de la compasión.

La única verdad del amor son los celos y la única certeza del sexo odia la compasión. Todo lo demás son hospedajes del deseo y de la fantasía en su camino inevitable hasta el desamor.

Pero si yo pudiera otorgarte un deseo para los tiempos venideros, eso es precisamente lo que te pediría. Lo terrible es que lo único que sólo puede concederse sin petición previa y sin unidades de medida.

Amor
La regla es ésta:
dar lo absolutamente imprescindible,
obtener lo más,
nunca bajar la guardia,
meter el jab a tiempo,
no ceder,
y no pelear en corto,
no entregarse en ninguna circunstancia
ni cambiar golpes con la ceja herida;
jamás decir «te amo», en serio,
al contrincante.

Es el mejor camino
para ser eternamente desgraciado
y triunfador
sin riesgos aparentes.
(Eduardo Lizalde)

Voz en off

Sexo, y no sería necesario más título para llamar la atención. Pero, por si faltaba algo, además sucede en Nueva York. Que es una de esas ciudades invisibles en las que todos hemos habitado alguna tarde líquida o somnolienta.

Sexo y, sin embargo, no hace más que chorrear la palabra amor por las comisuras de la voz en off de la experimentada protagonista que nos va relatando los sentimientos de algunos personajes. Una voz en off siempre acertada y distante, saltando entre frases de azucarillo y estribillos de canciones.

Sexo y su guerra de géneros, en donde todo es terrible o sublime los diez primeros minutos; y luego pasa a ser grave antes de convertirse en normal y corriente. Eso sí, entre zapatos de quinientos dólares y cojines de trescientos, que es donde el amor -¿o era el sexo?- se desliza mejor y más brilla y da más esplendor.

Sexo y voz en off, vestidos caros, grandes áticos y mucha dignidad la de todos los intervinientes. Sexo y, posiblemente, no sólo en Nueva York, sino en cualquier gran ciudad repleta de desconocidos y de dinero.

Sexo y amor, pero sin voz en off. Prefiero estar presente, sea cual sea la ciudad que nos escoge y la cantidad de luz que dejemos pasar por entre las dudas. Sexo y amor, con sus correspondientes metáforas, y su acidez y su cursilería y su compañía y sus celos y su modo obtuso de agriar las conversaciones y su táctica dulce de remendarlas luego, más tarde, a oscuras.

Sexo y amor, si quieren decir vida. Y no seguir teniendo la voz en off.

Yo sé
que el tierno amor escoge sus ciudades
y cada pasión toma un domicilio,
un modo diferente de andar por los pasillos
o de apagar las luces.

Y sé
que hay un portal dormido en cada labio,
un ascensor sin números,
una escalera llena de pequeños paréntesis.

Sé que cada ilusión
tiene formas distintas
de inventar corazones o pronunciar los nombres
al coger el teléfono.

Sé que cada esperanza
busca siempre un camino
para tapar su sombra desnuda con las sábanas
cuando va a despertarse.

Y sé
que hay una fecha, un día, detrás de cada calle,
un rencor deseable,
un arrepentimiento, a medias, en el cuerpo.

Yo sé
que el amor tiene letras diferentes
para escribir: me voy, para decir:
regreso de improviso. Cada tiempo de dudas
necesita un paisaje.

(Luís García Montero)