Magical girl

Ya sé que no te importa el vestido, pero a mí sí. Estoy en horas bajas, me pesa la tristeza y tengo que empeñarme en algo.

Una buena persona es aquella a la que no se le ha presentado la oportunidad de ser mala. Por eso sé que lo soy, porque estoy dispuesto a sacarle la pasta a esta tía loca.

Y si ella se tiene que meter en la habitación del lagarto negro, pues allá ella. Pero yo necesito el vestido para ser bueno, aunque para ser bueno tenga que ser malo.

Todo el mundo tiene su precio, y todo el mundo entiende la gratitud de distinto modo. Y aunque no quiero encontrarme a Bárbara, si me la encuentro haré cualquier cosa por ella.

Supongo que no importa el vestido, ni el cetro, que lo importante es pasar más tiempo contigo, pero es que tengo que ser tu héroe.

Porque amar requiere ser amado, porque sentirse admirado es el combustible del motor, porque dar es la clave para recibir sin sentirse incómodo, sin ir a remolque ni recogerse la autoestima a la altura de los tobillos.

Los seres humanos esperamos de los otros, pero sobre todo, esperamos que esperen de nosotros lo que creemos que esperan. Sólo las expectativas cuentan, los actos se agotan en el presente y mueren en la memoria.

Puedo entender lo que dices -a veces no lo consigo, lo confieso-, pero si no hago lo que esperas que haga, nunca me sentiré en paz contigo. Y tú puedes entender lo que digo y yo no siempre consigo adivinar qué es lo que esperas de mí.

Por eso, cuando se vive en deuda, es imprescindible el vestido, del mismo modo que para ser bueno deprisa es imprescindible ser malo.

Desgraciadamente ocurre que desde el blanco hasta el negro hay un largo camino de grises lleno de recodos y dudas y vestidos a los que aferrarse.

El pozo salvaje
Por más que aburras esa melodía
monótona y brumosa de la vida diaria,
y que te amansa;
por más lobo sin dientes que te creas;
por más sabiduría y experiencia y paz de espíritu;
por más orden con que hayas decorado las paredes,
por más edad que la edad te haya dado,
por muchas otras vidas que los libros te alcancen,
y añade lo que quieras a esta lista,
hay un pozo salvaje al fondo de ti mismo,
un lugar que es tan tuyo como tu propia muerte.

Es de piedra y de noche, y de fuego y de lágrimas.

En sus aguas dudosas
reposa desde siempre lo que no está dormido,
un remoto lugar donde se fraguan
las abominaciones y los sueños,
la traición y los crímenes.

Es el pozo de lo que eres capaz
y en él duermen reptiles, y un fulgor
y una profunda espera.

En tu rostro también, y tú eres ese pozo.

Ya sé que lo sabías. Por lo tanto,
Acepta, brinda y bebe.

(Carlos Marzal)