La conversación interior, esa que impide que nazca el silencio dentro de la cabeza, no es suficiente. Hay que poner los pensamientos en palabras, escritas o habladas, para aclarar lo que se piensa.
Pero, con ser importante, no es lo que más satisface. Para nada sirve escribir o hablar si nadie te lee o te escucha atentamente. En realidad, en el fondo, no importa lo que dices. Lo que uno necesita es saber que hay alguien, ahí, al otro lado de la escafandra, que cree que existes.
Y para demostrar que uno existe, lo único que vale es saber que, ese alguien, contesta a lo que tantas vueltas le has dado en la cabeza. Aunque sólo pronuncie un «ajá».
Es el único antídoto contra la soledad infinita de estar encerrado dentro de una piel. La única cura para la nausea de existir, el preciso instante en que uno existe en otro.
Sólo hay otro momento que se le parece un poco, que tiene efectos parecidos en lo más profundo, aunque en la superficie funciona absolutamente al revés.
Sólo cuando me besas, dejo de hablar y dejo de pensar. Y, sin embargo sé qué te digo y que me estas escuchando. ¡Qué ganas tengo de besarte y dejar que me mates este runrún inhóspito y desapacible que tengo dentro de la cabeza!
Dame besos: como terapia contra la autodestrucción, como apoyo para el desfallecimiento, como alimento para la imaginación o como combustible para existir en otro.
Pero bésame, aunque no se espante el miedo, aunque te cueste un esfuerzo no cerrar, entonces, los ojos.
AL OÍDO…
Si quieres besarme…..besa
-yo comparto tus antojos-.Mas no hagas mi boca presa..
bésame quedo en los ojos.
No me hables de los hechizos
de tus besos en el cuello…están celosos mis rizos,
acaríciame el cabello.Para tu mimo oportuno,
si tus ojos son palabras,
me darán, uno por uno,
los pensamientos que labras.Pon tu mano entre las mías…
temblarán como un canario
y oiremos las sinfonías
de algún amor milenario.Esta es una noche muerta
bajo la techumbre astral.Está callada la huerta
como en un sueño letal.Tiene un matiz de alabastro
y un misterio de pagoda.¡Mira la luz de aquel astro!
¡la tengo en el alma toda!
Silencio…silencio…¡calla!
Hasta el agua corre apenas,
bajo su verde pantalla
se aquieta casi la arena…¡Oh! ¡qué perfume tan fino!
¡No beses mis labios rojos!
En la noche de platino
bésame quedo en los ojos…(Alfonsina Storni)