Despedidas y estrépitos (III)

Tiempos feroces
Del estrépito de atascos y sirenas
a las calles engalanadas,
de las uvas de la suerte
hasta un escombro masacrado de Siria,
de los nombres amados, marcados a fuego
en calendarios impasibles
ante el dolor de los huesos,
hacia la lotería sin calvo
como último reducto de la esperanza.

De la rapiña legalizada y elegante
y la cotización del langostino tigre
en los supermercados de moda,
del viernes negro, de los lunes raros,
de las tardes de villancicos que murmuran
mantras en el hilo musical
de las grandes superficies inhabitables,
hacia los reyes magos electrónicos
y las felicitaciones por Whatsapp
como último reducto de la ternura.
De la lista ordenada y reincidente
de todos mis delitos cometidos,
de cada punto final que sólo pueden
embellecer viejas letras,
de esta soledad menos esperanzada
que la infinita ausencia anterior,
hasta el perro de esta angustia
que solo sabe ladrarme tus ojos
como último reducto del corazón.

Pero el espectáculo debe continuar.

Habitábamos tiempos feroces
y, por si fuera poco,
nos viene encima la navidad.

Un comentario en “Despedidas y estrépitos (III)

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