Tanto tiempo

¡Empieza a hacer, ya, tanto tiempo!
Todo lo que brilla es siempre pasado,
estrellas en la noche, luz antigua,
lunas reverberando sol pretérito,
recuerdos transformados en ausencias
tal vez maquilladas de un esplendor
que entonces no supimos.

Me resisto al torbellino -aunque
hace tanto tiempo de cada todo-
cerrando los ojos y viajando
a aquel tiempo que ahora parece
dorado lugar de rosas sin espinas.

Parecía entonces tan pardo, tan gris,
con tanto humo como el que ahora discurre
por entre los dedos que teclean vaguedades
a horas que no son su costumbre.

Entonces eran otros los brillos
que titilaban las noches de un insomnio
que, si bien era mejor amigo,
rozaba con más aspereza las sábanas.

Nada hacía presagiar el destello,
                                                    la llamarada,
no se deslumbraban inquietas
                                                 las manecillas
por el impulso de ese relámpago
que ahora aparece indudable.

Hace ya tanto tiempo de todo
-de las flores, del mar, de la lluvia-,
pero yo me resisto al torbellino
creyendo que, luego, más allá
de un nuevo tanto tiempo de todo,
brillará lo que ahora navega
por el fondo, entre las nieblas,
sin ruido ni gravedad.

¡Hará entonces tanto tiempo de todo!
Y sin embargo, aún no habremos aprendido
a masticar tan despacio la alegría
que duré más que el desencanto,
ni a entender que serán mentira
todas las verdades que ahora,
con el corazón envalentonado,
escribimos en un poema,
en una piel, en la mesa del bar donde
-hace ya tanto tiempo de todo-
me tembló el nudo de la voz
mientras brillaban en mí tus ojos.

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