Por casualidad, es caprichoso el azar, buscando otra cosa, la volví a encontrar en forma de banda sonora. Mientras la escuchaba, no conseguía recordar la trama, pero mi memoria sí que tenía puesta una marca señalando algo que me había emocionando muy profundamente.
Tanto, que escribí sobre ella en un viejo blog de mentiras; así que busqué el texto y encontré algunas pistas: sentirnos infinitos, aceptar únicamente el amor que creemos merecer…
Pero no era suficiente, había algo más profundo en la peli que me conmovió y quería recordarlo, apretar el puño para creer que así no se me está escapando la arena entre los dedos.
Me puse a buscarla impulsivamente y no pude esperar para verla de nuevo, como si escondiera un código secreto del pasado que descifrar con urgencia.
Sí. Lo he conseguido. La he encontrado, la he visto de nuevo, he descubierto el mensaje y he recordado que lo había olvidado. Pero no es lo que pasa, ni lo que se dice, ni lo que se intuye.
Tampoco tiene que ver con la impresión impalpable de que quererse no es suficiente y que siempre se necesita algo más.
No es el drama principal ni los otros melodramas adolescentes que se suceden. Ni siquiera es la impactante actuación de Ezra Miller y Emma Watson.
Sí. He redescubierto el mensaje. Pero, ¿sabes lo más sorprendente? Que la peli no habla del pasado, sino del futuro.
La sigo mirando y me sigue pareciendo preciosa y me sigo sintiendo infinito.

Heroes (David Bowie, Heroes, 1977)