Corazón y otras vísceras (II)

Lista

Sin detalles: suavidad, rojo, penumbra, melodía, amor.

Después se van ensamblando los fotogramas poco a poco. Cinco palabras los traen engarzados, empaquetados para traslado. Al fin y al cabo, escribir siempre es una mudanza.

En cada mudanza algo se altera, la atmósfera se transforma en vida embellecida cuando depositamos en la nueva estancia la lista de las cosas que no se pueden olvidar: amor, suavidad, rojo, penumbra, melodía.

Quizá sea el recuerdo aquello que más se disfruta cuando, con las paredes ya limpias, volvemos a colocarlo en su sitio: melodía, amor, suavidad, rojo, penumbra.

Pero yo prefiero los detalles, los otros, los que pone la imaginación por encima de la memoria, cuando la penumbra se hace melodía, como si el amor contuviese una música suave que va tiñendo de rojo los bordes.

Quizás fuera rojo el principio de la penumbra, quizás cada melodía es un amor que avanza hacia la suavidad. Quizás no sólo cuente el conjunto, quizás la realidad siempre se nos desmenuza en palabras que el olvido congela en una lista.

Pero dentro del corazón, la vida se nos queda con todo detalle: suavidad, rojo, penumbra, melodía, amor.

Y mucho. Como tú dijiste.

«>(La vida es insomnio, 2011)

Retrato
Ando buscando otra luz en la que bañarte,
acércate a la ventana, vamos, destensa el pasado,
pierde la vista en aquel horizonte.

Quieta, así, tranquila, quiero capturar
en el poema ese brillo que tienen tus ojos
cuando me dices lo que no me dices,
cuando después lo niegas todo.

Relaja las manos, como cuando acaricias,
desabróchate otro botón, deja que el corazón
se te adivine por el borde de la camisa,
humedécete los labios.

Quieta, así, gira un poco la esperanza
pero sin mover los hombros,
baila mientras te miro, detén el reloj y el escorzo,
sonríe como cuando iluminas las tardes,
muéstrame un poco más del cuello que espera un beso,
entorna la distancia para que no duela,
cruza un poco las piernas por debajo de la mesa,
déjame mirar más adentro.

Quieta, así, no te muevas, calma,
que quiero pintarte en un poema
y estoy buscando la mezcla de palabras
que rima con la textura de tu piel,
ando detrás del color que te imprime la risa
sobre un paisaje de otoño.

Eso es, eso, así, quieta.

Por favor, ahora no muevas el corazón,
déjame que te pinte así en este poema,
como si me quisieras al leerlo,
como si, escribiéndolo,
yo te quisiera…

(La vida es insomnio, 2011)

Posees el gozo de su risa
pero debes saber que partirá.

Te inunda su alegría
te ilumina su rotunda carcajada
con una luz muy dulce,
pero no ignores que se irá.

Ella fluye,
ella es un líquido que detesta estancarse
ella es un pájaro que anida y emigra,
ella se irá.

Ella se irá y te dejará una marca de amor
que solamente curarás con su regreso efímero.

Entonces la verás de paso
y será como tropezar con el sol de la mañana
descubrir de nuevo su alegría,
nadar en ella
plácido
hasta un próximo encuentro inesperado.(Darío Jaramillo Agudelo, Libros de poemas, 2001)

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